ALERTA FURBY!!!

 

Nos puede hacer reír, pero quizá la sobrerreacción de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense sobre este juguete, que ha vuelto a salir a la luz por la publicación de miles de ‘emails’, no fue tan diferente de la que tenemos hoy ante otros avances tecnológicos como la inteligencia artificial.



A principios de 1997, Dave Hampton y Caleb Chung, desarrolladores de productos que se conocieron en Mattel, quedaron impresionados en una feria del juguete en Nueva York al ver el Tamagotchi, la nueva mascota virtual de Aki Maita comercializada por Bandai. A pesar de admirarlo, vieron que no se podía abrazar ni acariciar, lo que consideraban fundamental. Hampton regresó a su taller y creó un juguete basado en el invento japonés, más amigable, al que nombró Furby. Este muñeco tenía características como ronronear al acariciarlo y hablaba un lenguaje propio llamado furbish, una mezcla de varios idiomas que Hampton conoció durante su tiempo en la Marina de Estados Unidos.

Con la ayuda de Chung y una variedad de cables, sensores y circuitos simples, crearon las entrañas del Furby, cubriéndolo con un peluche colorido, grandes ojos redondos y un pico amarillo. Tiger Electronics, subsidiaria de Hasbro, compró la patente y el producto se lanzó en octubre de 1998, antes de Navidad, tras una campaña publicitaria exitosa. El Furby se presentó en FAO Schwarz, generando un éxito instantáneo, con pedidos ascendiendo a 35,000 unidades al final de la primera semana y alcanzando 1.8 millones vendidas en tres meses. Las ventas alcanzaron los 14 millones en 1999.

El éxito del Furby radicó en la combinación acertada de juguetes populares como los osos de peluche y las muñecas parlantes, adaptados para el siglo XXI. En un momento en el que la democratización de internet hacía soñar con un nuevo presente, el Furby parecía incorporar un tipo de "inteligencia artificial" y permitía una intimidad con la tecnología, similar a lo esbozado por el Tamagotchi pero de forma más cercana. A pesar de su simplicidad, ofrecía la sensación de conexión con un robot de ciencia ficción, era abrazable, adorable, divertido y asequible, lo que contribuyó a su popularidad.

La historia del lanzamiento del Furby es fascinante por sí sola, y se vuelve aún más interesante con un curioso incidente que involucró a la Agencia Nacional de Seguridad del Gobierno estadounidense, la NSA, durante las Navidades de 1998. Según un artículo publicado en The Washington Post el 12 de enero de 1999, titulado "A Toy Story of Hairy Espionage" (Una historia de juguete de espionaje peludo), la NSA emitió una alerta a sus empleados y prohibió llevar Furbys al trabajo debido a los rumores y exageraciones sobre las supuestas capacidades de estos juguetes, incluida la habilidad de repetir lo que escuchaban. Se citó un supuesto memorando interno que prohibía la introducción de juguetes, como los Furbys (también conocidos como Fropie's en los documentos), con grabadoras incorporadas que podían imitar la señal original. Este incidente añade un toque intrigante a la historia del Furby.

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